La fortaleza de una tecnología se percibe en la adversidad y de eso pueden dar fe en el nordeste de Córdoba, entre las localidades de Porteña y La Paquita -a 11 kilómetros de Santa Fe-, el grupo de trabajo de Inagro, una cooperativa agraria de esa localidad.
Juan Gabriel Bruera (técnico agropecuario), Hermes Garnero (socio de Inagro) y Lucas Garrone (ingeniero agronómo) -VER FOTO, de izq. a der.– visitan a menudo las 100 hectáreas de soja HB4 (tolerante a sequía) que sembró la cooperativa, sobre un campo alquilado, y que están probando en este ciclo.
La familia Bruera es reconocida en esa zona. Juan Carlos Bruera, en sociedad con Jorge Bruera y Garnero, es un productor agrícola referente quien, además de practicar la agricultura, posee un tambo y es ganadero en Santiago del Estero.
Según introduce su hijo, Juan Gabriel, su padre como agricultor siempre fue afecto a las nuevas tecnologías y a sembrarlas rápidamente cuando salen al mercado. Por eso, no dudó cuando supo de HB4.
Ahora, él, Garrone y Garnero, de forma virtual, dialogan con Infocampo. “Sembramos soja HB4 esta campaña de primera y de segunda fecha de siembra -sobre rastrojo de trigo- a inicios de diciembre. Desde la implantación, las lluvias en esta zona fueron muy escasas. En diciembre solo llovió 80 milímetros en todo el mes y durante enero totalizamos 200 milímetros, pero concentrados en dos grandes eventos”, explican.
El grupo destaca que la faltante de lluvias se viene remarcando desde el año pasado, cuando llovieron 670 milímetros allí y lo normal son 900 milímetros.
“Aunque las variedades se sembraron con buena humedad, gran parte del período vegetativo, hasta V6-V7, no tuvo lluvias y en aquel momento fue cuando más remarcó la diferencia entre HB4 contra una variedad sin tolerancia. Mientras una siguió diferenciando foliolos y alargando entrenudos en pleno estrés, las convencionales detuvieron el crecimiento”, detallan entre Bruera y Garrone.
Siguiendo el ciclo, agregan que con las lluvias de enero, la arquitectura de los plantíos de soja se emparejó en plena floración. Sin embargo, ahora, padecen nuevamente la falta de agua y por eso los técnicos consideran que la tecnología HB4 otra vez se diferenciará durante la fructificación del cultivo (la soja se encuentra en R4).
Para ellos, una alternativa genética que tolere la erraticidad climática es clave. Además que también aporte la resistencia herbicida y otro modo de acción son otros dos alicientes porque esto permite diversificar el manejo químico de malezas en una zona en la que el yuyo colorado y las gramíneas anuales son un grave problema.
Abriendo el foco, el equipo cita que, luego de las precipitaciones de enero, abunda la presión de enfermedades, como bacteriosis y mancha marrón y, en materia de plagas, las poblaciones de isocas bolillera y medidora fueron muy altas.
“Este fue un año muy atípico y, por eso, ya hicimos dos o más aplicaciones, según la variedad. La última de ellas también se agregó fungicida, debido al aumento de la presión de hongos”, advierte Garrone.
Por otra parte, en Inagro apostaron otras tecnologías, como los fosfitos de cobre y los fertilizantes foliares, buscando una mejora de la sanidad y los rendimientos.
“Siempre probamos a diversas tecnologías buscando un poco más de rendimientos, más allá de la seca, el granizo o cualquier adversidad que no se nos presente”, alientan y concluyen los protagonistas.
Para la tecnología HB4 en soja es tiempo de descuento y también de sellar un ciclo fundamental que demuestra la mejor cara de su comportamiento en un año Niña y con sequía. Por su parte, en Inagro están expectante y esperan ver, en la cosecha de abril, los resultados superadores que trae la innovación.
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