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A un Uruguay sin Cavani no le alcanzó con su tradicional juego, cayó 2-0 ante Francia en cuartos de final y se despidió del Mundial. Igual, la Celeste dejó una buena imagen pese al blooper que se mandó Muslera en el segundo gol de los galos, que ya están en semifinales.

 

¿Cuántas veces la garra gana partidos? Seguro que en más de una ocasión equipara fuerzas, potencia virtudes y desnuda debilidades rivales. Uruguay puso todo lo que tiene y Francia le respondió, o intentó responderle, con su juego. Y en ese esquema, los detalles te clasifican o te dejan afuera de un Mundial. Los uruguayos no se dejaron pasar por arriba. Los franceses no fueron una orquesta de fantasía, pero en esos detalles ganaron 2 a 0 y están entre los cuatro mejores del mundo.

 

Uruguay salió con su libreto bien estudiado. Debía hacer todo lo que no hizo Argentina contra Francia si es que quería llevar el partido. No regalar espacios en el medio, tener las líneas bien juntas y esperar alguna salida rápida de contra. Decir 'cuchillo entre los dientes' suena a poco cuando se los ve luchar de este modo a los uruguayos. Con ese esfuerzo, hasta tuvo un buen desborde por derecha que terminó en un tiro muy cruzado de Stuani.

 

El tema, el gran tema, era que Uruguay lo peleaba y Francia trataba de jugarlo. Con un maestro del pivoteo como 9, como fue Giroud, y con la inteligencia de Griezmann para salir de su zona y comenzar a romper las líneas que había armado Uruguay, que tenía a Mbappé encerrado y sin explosión (así y todo tuvo un par con su sello) y Pogba menos protagonista.

 

Ninguno merecía más suerte que la que tenía. El empate le caía perfecto al partido hasta que un mal control de Bentancour derivó en un tiro libre. Varane empezó a correr en Moscú y aterrizó en Niznhy anticipándose a todos. La última imagen quedó para Stuani intentando frenarlo, pero el central del Real les ganó a todos.

 

Francia no lo merecía, lo tenía claro. Pero llegaría la primera señal de que el partido no tendría vuelta atrás y fue el gran cabezazo de Cáceres sobre el final del primer tiempo. Son esas jugadas en momentos determinantes porque Uruguay podía irse al entretiempo con la justicia de un empate. Pero Lloris se mandó una tapada top y Godín, en el rebote, la colgó a la tribuna. El efecto fue durísimo. Uruguay volvió golpeado. Kané ya se había puesto el cartel de dueño del mediocampo, los laterales iban a proyectarse menos y esa garra uruguaya que buscando centros y más centros soñaba con devolver el partido a una igualdad en el resultado que ya no era tal en el desarrollo.

 

Muslera había dado una mala señal cuando quiso salir jugando y Griezmann se la robó. Tuvo suerte el arquero porque la pelota se fue afuera. El segundo error sería fatal porque el remate del crack del Atlético Madrid era totalmente controlable pero el arquero uruguayo falló y el partido, cuando quedaba tanto por jugarse, estaba cerrado.

 

Godín tomando la lanza, Torreira corriendo hasta los familiares de los franceses, Cebolla Rodríguez buscando la reacción. En definitiva, todo Uruguay en estado de alerta, de combate. Francia, más allá de algunas ingenuidades de Mbappé sobrando el partido, trataba de jugar. Con más de un crack por línea, mostrando que la posesión bien utilizada sigue siendo clave, cuidando la pelota como se debe cuidar, terminó superando conceptualmente a un equipo que dejó hasta lo que tenía por un sueño que sostuvo con esa actitud ADN uruguaya. Francia puso el juego y está entre los cuatro mejores del mundo.