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La paliza en números Imprimir
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Miércoles, 14 de Agosto de 2019 09:01
Los 15 puntos de diferencia que el Frente de Todos le sacó a Juntos por el Cambio fueron producto de una elección en la que Alberto Fernández obtuvo el triunfo en 22 de las 24 provincias. Cómo le fue al Presidente y al exjefe de Gabinete en cada uno de los 135 distritos de Buenos Aires.
 
Errante en la economía desde el primer día, el Gobierno tampoco supo o quiso apostar por la política. La primera, fundamental para cada uno de los argentinos; la segunda, clave para perforar el inexpugnable Conurbano. Profundizar en esas razones darán la certeza de por qué a Mauricio Macri le dieron la espalda donde ayer nomás lo acompañaban, y lo castigaron más duro donde nunca pudo penetrar, ya sea por prosapia, carisma o, fundamentalmente, porque su gobierno los mandó más al fondo de la pobreza o los dejó en la puerta de la misma.
 
Confiados en que el campo seguiría acompañando “el cambio”, en el oficialismo nacional creyeron que las buenas cosechas (que benefician a sólo un puñado) eran suficientes para mantener la diferencia que en 2015 y 2017 Cambiemos tuvo en el interior bonaerense. Pero pesaron más las exorbitantes boletas de los servicios, los desbocados precios de los alimentos y las pymes que, ante la caída en las ventas, debieron cerrar. 
 
Así, de ese mapa del interior provincial pintado de amarillo en 2015 y 2017, donde la foto aparecía como un campo de trigo maduro, el vasto terrritorio rural entremezcla ahora amarillo con el azul que identifica al peronismo desde que los Kirchner son sus figuras centrales. Juntos por el Cambio sólo ganó para Presidente en 41 municipios del interior y nada más que en dos del Conurbano: San Isidro y Vicente López. 
 
Alberto Fernández se encamina a ser el próximo Presidente, en una democracia que goza de buena salud, pese a que, a veces, sus intérpretes parezcan tocar otra melodía. Es insólito que, a horas de la derrota, Mauricio Macri intente recuperar el terreno perdido culpando a quien acaba de ganarle de las dificultades económicas que él nunca pudo controlar. Si la economía estuviera bien, ningún resultado electoral la alteraría tanto, e incluso tampoco existiría para el Gobierno ese riesgo de perder. 
 
El rechazo a las políticas económicas de Macri fue mayor al rechazo que puede generar la vuelta del pasado con el que Juntos por el Cambio intenta sembrar temor, y volverá a usar como eje de campaña. Tampoco se entiende aquello de “seguiremos escuchando a la gente. 
 
La voz del soberano fue clara y no espera que le vuelvan a preguntar lo que ya contestó; ahora espera soluciones, si no será, nuevamente, implacable. 

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