¡¡Primavera!!! Históricamente la llegada de la primavera ha sido un día de alegría, tiene ese no se qué empalagoso del renacer mezclado con el festejo y la felicidad. Sin importar la edad, es un día en el que estamos todos contentos, contagiados de esa algarabía sonsa pero maravillosa de estar feliz porque sí.
Sin embargo, este año no, este año va a ser imposible que nos peque la exaltación conmemorativa, este año pasamos de largo porque estamos definitivamente jodidos. Todo se está yendo al cuerno, estamos en un enloquecido proceso de degradación, vamos en caída libre.
Los datos de nuestra economía son alarmantes, y el sector privado, que es al que le toca generar ingresos, al que le toca producir, competir y asumir todos los riesgos, está sumamente preocupado. El sector privado se siente saqueado, despreciado, relegado y pisoteado.Argentina aumenta la carga tributaria, contra toda lógica, en medio de una pandemia, de una cuarentena que para algunos territorios ha sido eterna, a contrapelo del mundo. Argentina es imprevisible, en muchos aspectos, pero en materia económica, nunca hay manera de saber qué va a ocurrir al día siguiente.
En consecuencia, cómo se supone que una empresa va a poder subsistir, cómo conjetura el Gobierno que alguien va a querer venir a invertir, por qué creen que tenemos un éxodo irrefrenable de empresas. Entre las que se van y las que quiebran (las cifras dan cuenta de unas 18.000 que se perdieron desde que se inició la cuarentena), más las que directamente deciden no venir por razones obvias, qué futuro se supone que nos espera.
Las empresas quiebran porque no aguantan el parate mezclado con recesión, inflación y aumento de las cargas tributarias. A quién se le ocurre, de manera inconsulta además, porque se supone que decisiones de esta naturaleza deberían pasar por el Congreso, aumentar los impuestos. Impuesto a la riqueza, impuesto PAIS y el novísimo 35% de retenciones, una especie de gravamen anticipado de ganancias que cuando lo cobran no saben todavía si al que se lo cobran realmente va a tener esa ganancia, pero por las dudas, igual se lo cobran. Parece un trabalenguas divertido, pero no es lo primero y mucho menos lo segundo. Después se preguntan por qué hay cada vez más gente desocupada y menos empresas en pie.
Después se preguntan por qué las grandes empresas huyen de este país, obviamente porque en el nuestro hay un combo explosivo que incluye una carga impositiva exorbitante, cambios abruptos y constantes de las reglas de juego, inflación, recesión y, como publicó la agencia de noticias financieras Bloomberg, sindicatos poderosos, políticas volátiles, controles de precios y divisas, y otras formas de intervencionismo.
Si bien el mundo está inmerso en una nebulosa gigante respecto a qué pasará después de la pandemia, la perspectiva para nuestro país, según la clasificación de estabilidad económica del Foro Económico Mundial, es una de las más precarias. Nos ubican en el puesto número 139 entre 141 países.
Todo se está yendo al cuerno, estamos en un enloquecido proceso de degradación, vamos en caída libre, y ¿nadie se da cuenta, no se dan cuenta? No están viendo, no están escuchando, o no quieren ver ni escuchar. Se puede sentir el aumento de la intranquilidad, es tan tangible como el acortamiento de la paciencia y la tolerancia. Los ciudadanos que emprenden o trabajan en el sector privado, los que en definitiva sostienen con sus impuestos toda la “solidaridad” social que los políticos reparten sin tocar un centavo de sus suculentos sueldos, están llegando a un límite.
Es muy simple repartir, ser magnánimo y solidario con la plata ajena, es muy simple usar el fruto del trabajo del prójimo para la generosidad y el altruismo. Pero aun suponiendo que ese esquema es correcto y justo, deberían sacar cuentas básicas, porque si siguen achicando el sector privado, pronto no van a tener recursos para seguir sosteniendo “solidariamente” a todos los que hay que sostener. Es tan simple como dos más dos.
Hay momentos en la historia en los que la política y los que viven del Estado, entran en una burbuja, con todo el peligro que implica, porque las burbujas explotan rápidamente. Llegó la primavera y no hay nada para festejar, nos estamos yendo al cuerno, vamos en caída libre, pero para verlo, tienen que poder salir de la burbuja de asesores, privilegios y suculentos sueldos. Estamos acá, es primavera y no podemos festejar.
Vía: La Reforma