Hace un año y medio que asumió la gestión municipal en Rivadavia. Los beneficios en el nivel de ingresos que tiene el municipio en este tiempo son extraordinarios, pero ante las necesidades los funcionarios expresan que no hay plata. Pero en verdad, lo que no hay es austeridad, priorización del gasto, un programa de gobierno y un proyecto de futuro.
Estamos frente a un Ejecutivo que tiene dinero para beneficiar a sus funcionarios, beneficiar a amigos jubilados sumándoles un sueldo más a sus ingresos mensuales, y beneficiar a profesionales de afuera con trayectorias dudosas.
El Presupuesto municipal del año 2023 (año en el que gobernó Rivadavia Primero hasta el 10 de diciembre, fecha en la que comenzó a gobernar el Frente para la Victoria) era de $4.648.777.600. En el año 2024 el Presupuesto fue de un 204,34% más, $14.147.965.250, habiendo terminado la inflación del año 2024 en un 117,8%, lo que significa un presupuesto que fue superior un 73,47% a la inflación de igual año.
El Presupuesto para este año 2025 es de $27.045.047.000, sí está leyendo bien: VEINTISIETE MIL MILLONES DE PESOS, un 91,12% mayor al del año pasado. Mientras la inflación proyectada por la mayoría de los economistas para 2025 es del 32%, el presupuesto de la Municipalidad de Rivadavia aumentó un 91,12%. Entonces, ¿hay o no hay plata en la municipalidad de Rivadavia? la respuesta categórica es SÍ.
Por otro lado, vale expresar que desde hace más de 20 años conformamos la Comisión Tripartita de Política Salarial (hecho inédito en la provincia de Bs. As.) y dada la mala situación en la que se encontraban los empleados municipales, ya que cobraban en cuotas y sueldos paupérrimos, para asegurar una base salarial razonable junto con el Gremio Municipal acordamos que la coparticipación neta (Ley 10.559) fuera destinada a cubrir la masa salarial. Hoy esa coparticipación está proyectada en $ 15.418.580.000 y la actual gestión destina a sueldos aproximadamente un 67%, desconociendo lo acordado y teniendo el aval de un Gremio Municipal que está de rodillas, no levanta la voz para defender a los empleados y mucho menos para hacer que no sigan perdiendo poder adquisitivo sus salarios. Esto evidencia que el único ajuste que se realiza en el municipio es sobre el sueldo de los empleados.
Escribo esto sabiendo lo que costó lograr un municipio equilibrado, sin deudas, transparente y participativo. También lo escribo con el temor de que se repita una situación como la que heredamos en 1999, cuando asumí mi primer mandato como intendente municipal.