El complejo ecológico no sólo conserva especies autóctonas y exóticas sino que también impulsa un banco genético pionero en la región, destinado a preservar el ADN de poblaciones silvestres amenazadas.
En plena llanura bonaerense, antiguo dominio del pastizal pampeano y en un bosque con reminiscencias selváticas se encuentra el Complejo Ecológico de América dentro del partido de Rivadavia, pegado al límite con La Pampa y a poco más de 500 kilómetros de la Capital Federal.
Allí, y desde hace 35 años, el Eco se dedica a rescatar y cuidar animales que rescatan de circos, zoológicos que cierran, de prácticas de mascotismo, maltrato y hasta incautaciones de tráfico ilegal.
Dentro de las 354 hectáreas que conforman el bosque del vivero municipal de la localidad, se destinan 40 hectáreas exclusivamente a este espacio. Allí, los animales habitan en un entorno privilegiado, con un microclima propio y una diversidad de especies vegetales única en el país.
“Nos esforzamos por recrear sus ambientes imitando los biomas donde viven las especies en la naturaleza y por darles a todos un generoso espacio para que tengan la posibilidad de expresar sus comportamientos”, señala Adelmar Funk, a cargo de la dirección del ecoparque.
Las tareas diarias en el Ecoparque abordan de manera integral las cuestiones ambientales: no solo se ocupan de los animales, sino también de la botánica, la fauna silvestre, los bosques y, en general, de la sustentabilidad. “Los animales, sin embargo, nos interpelan con mayor fuerza, porque cada ejemplar rescatado implica un compromiso concreto”, destaca Adelmar.
El Centro de Rescate cumple una doble función: por un lado, rescata animales en situación de vulnerabilidad; por el otro, se trabaja en su conservación.
Además, han impulsado un banco genético, un proyecto que resulta fundamental para el futuro de la biodiversidad. A través de él se preserva material genético de especies en peligro de extinción, con el objetivo de generar ejemplares que puedan ser reintroducidos en distintas provincias y así contribuir a la recuperación de poblaciones silvestres.
El desafío de sumar socios en todo el país
El ecoparque recibe entre 500 y 1000 visitantes cada fin de semana que pagan su entrada. Pero además, ha incorporado un nuevo sistema: la plataforma solidaria CuotaQ, a través de la cuál logró centralizar una base de socios a nivel nacional, sin importar el lugar de residencia.
La lejanía con las grandes ciudades siempre fue una complejidad a la hora de poder estar en contacto con los socios, voluntarios y aportantes. A través de un sistema simple y seguro, los interesados en colaborar con las tareas del Eco parque, pueden adherirse al débito automático y comenzar a aportar de forma continua al cuidado de la flora y la fauna del parque. Esta herramienta digital permite ampliar la comunidad de apoyo, facilitando que más personas se sumen a la conservación del patrimonio natural.
“La aceptación de la comunidad hacia nuestra tarea es muy alta, y este nuevo esquema nos da las herramientas para sostenerla en el tiempo. Siempre tuvimos socios que nos apoyaron, pero el sistema de cobro que utilizábamos hasta hace poco resultaba inviable porque dependía de cobradores que iban puerta a puerta, un mecanismo costoso y poco práctico”, señala su director.
Hoy cualquier aportante puede sumarse a través de la página web, incluso desde otras ciudades, lo que permite ampliar la red de apoyo y crecer de manera sostenida. Gracias a esa digitalización, el número de aportantes del ecoparque aumentó en un 40%.
“Cuando pensamos CuotaQ, lo hicimos para resolver un problema que veíamos repetirse en muchísimas organizaciones: la dificultad para gestionar socios de forma simple y transparente. Lo que antes era un sistema lento y engorroso, hoy se traduce en un panel ágil, con credenciales digitales, recordatorios automáticos y estadísticas en tiempo real. Nuestro desafío fue transformar el proceso antiguo del ecoparque en una experiencia digital clara, que no solo facilita el trabajo interno, sino que también fortalece el vínculo de confianza con la comunidad.”, señala Diego Tonnietti, founder de CuotaQ.
El Complejo Ecológico de América es hoy mucho más que un refugio: se ha convertido en un modelo de conservación, educación ambiental y gestión sustentable en plena llanura bonaerense. A la labor cotidiana de rescate y cuidado de animales se suma la apuesta por la digitalización, que abrió la posibilidad de conectar con una comunidad más amplia, incluso más allá de los límites geográficos.
Un verdadero bosque vivo que, a 500 kilómetros de la gran ciudad, demuestra que la sustentabilidad se construye con pasión, innovación y un firme sentido de responsabilidad colectiva.