Hamid depositó todas sus esperanzas en la venta de sus corderos para la fiesta musulmana del Aid al Adha, para compensar las pérdidas provocadas por la sequía y la pandemia, pero las restricciones de viaje trastornan la “fiesta del sacrificio” y las finanzas del Marruecos rural.
El domingo las autoridades anunciaron la prohibición de entrada y salida en ocho ciudades del país, debido a un “aumento considerable” de casos de covid-19, lo que supone un mal augurio para el comercio.
Hasta ahora, aunque menos afectado que las ciudades por la propagación del virus, el campo marroquí sí sufrió las consecuencias económicas de la crisis sanitarias.
“Hemos bajado los precios ante una escasa demanda”, suspira Hamid, con su mascarilla de protección en el codo.
Para este ganadero de 54 años, que como cada año expone su ganado en un pequeño zoco semanal antes del gran ritual del sacrificio el viernes, “lo más importante es ganar dinero tras meses de vacas flacas”.
“La caída de ingresos afectó al 70% de la población rural frente al 59% de la población urbana” y el 77% de explotaciones agrícolas vieron caer sus ganancias en los últimos meses, según una investigación del Alto Comisionado de Planificación (HCP, por sus siglas en francés), encargado de las estadísticas oficiales.
Una de las consecuencias es que “trabajadores rurales que trabajan en ciudades y transfieren una buena parte a su familia dejaron de hacerlo después de haber perdido su empleo”, explica a la AFP Larbi Zagdouni, investigador en agronomía.
– “Reembolsar las deudas” –
Al confinamiento general impuesto durante unas 10 semanas a partir de mediados de marzo se le ha sumado una grave sequía, en un país muy dependiente de su agricultura.
En este contexto, muchos agricultores cuentan con la venta de sus corderos para “reducir las pérdidas y reembolsar las deudas”, como señala Abdellatif, un ganadero de 34 años.
La fiesta se ha mantenido, incluso si este año no habrá oración en las mezquitas y las severas restricciones a los desplazamientos van a limitar las tradicionales reuniones familiares.
Sentado en la parte trasera de un camión que transporta corderos al mercado de Skhirat, cerca de Rabat, Abdellatif piensa que sin la celebración del sacrificio “sería un desastre”.
“Esta fiesta tiene un gran impacto en el mundo rural y aún más en este periodo de crisis. Prohibirla habría sido una catástrofe para el mundo rural”, confirma el investigador Larbi Zagdouni.
El año pasado, el volumen de negocio global relacionado al Aid al Adha alcanzó unos 12.000 millones de dirhams (1.100 millones de euros, 1.200 millones de dólares), según el ministerio de Agricultura.
La celebración de la fiesta suscitó dudas en la prensa local en las últimas semanas, en un contexto de temores de que la situación sanitaria empeore debido a las reuniones familiares.
Las autoridades decidieron mantenerla insistiendo en que se respeten la distancia física y el uso obligatorio de mascarillas, bajo pena de sanciones. Pero respetar la distancia parece imposible en los mercados, atestados de compradores sin tapabocas que se acercan a ver y a regatear de cerca.
Ante el relajamiento general, las autoridades multiplicaron los llamados a la “responsabilidad”, mientras que el ministro de Salud, Khalid Ait Taleb, pedía “evitar las visitas inútiles”, limitar los contactos físicos y a “garantizar el respeto de las medidas de prevención durante reuniones familiares”.
En los últimos días se registraron récords de contagios de coronavirus: 811 el sábado y 633 el domingo. El número total de casos oficialmente documentados en el país es de 20.278, incluidos 313 muertos.
Las restricciones de los desplazamientos que afectan a ocho ciudades han provocado escenas de caos en todo el reino, con enormes embotellamientos en las carreteras y con las estaciones llenas de aquellos que desean pasar la fiesta en familia, tras un ramadán ensombrecido por la pandemia.
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Via: InfoBae – Empobrecido por el virus y la sequía, el Marruecos rural cuenta con la “fiesta del sacrificio”