Por primera vez habló con un medio de comunicación y en esta ocasión fue el Canal Crónica TV quienes llegaron hasta la localidad de Jacinto Arauz y la nota se realizó en el propio campo donde vive junto a su esposo.
Irma comenzó su impactante relato señalando que su marido “se fue a otro campo que tiene a cargo. Me levanté, me tomé dos o tres mates y comencé a ver como que el teléfono tenía como unas rayas, algo así como interferencias. De repente comencé a escuchar algo así como un zumbido de viento fuerte en el teléfono. Salí a ver pensando que mi marido se había olvidado de algo”, señaló.
La mujer mostró a la cámara el lugar hasta donde salió que es a pocos metros del ingreso a la casa, debajo de una galería. De ahí no se acuerda mas nada de lo que pasó, le dijo al periodista de Crónica.
Contó además que cuando comenzó a ver las interferencias en el teléfono, “se cortó la luz, caminé hasta afuera y de ahí no recuerdo mas nada. Yo no vi ni una luz ni nada, solo escuché el viento como fuertísimo y nada más”.
“No sé si era de noche o de día. Atinaba a abrir los ojos, veía cantidad de luces y todo blanco, como si vieras la nieve. Esa misma claridad no me dejaba abrir los ojos”. Con esto la mujer no podía distinguir si era de noche o de día.
Luego contó que “al otro día estaba sentada en la calle, con las piernas extendidas, los brazos arriba de las piernas. Cuando yo abro los ojos, veo la calle y miro para un costado, veo el borde y para el otro lado el borde también. No recuerdo cuanto tiempo estuve sentada”, indicó.
Cuando el periodista le preguntó si tenía la percepción del tiempo que pasó, aseguró que solo por lo que le dijeron. Además, le consultaron si conocía el lugar donde había aparecido y manifestó que sí.
Continuó su relato señalando que cuando se levantó, comenzó a girar a la redonda, “me toque y tenía el teléfono en el bolsillo de la campera. El teléfono estaba prendido, no sé cuánto rato estuve dando vuelta hasta que empecé a reaccionar. Cuando miré el teléfono eran las 5:10 horas de la mañana“. La desaparición fue a las 7 de la mañana del día anterior.
“A lo que primero atiné es de llamar a mis hijos, pero no podía hablar. Entonces le empecé a escribir a los chicos. Ellos me hacían videollamada pero yo lo único que hacía le movía las manos porque no podía”, puntualizó.